Un vino de reyes… para Reyes

Adoración de los Reyes Magos  pintura al óleo sobre lienzo de Diego Velázquez,1619

Autoras:  Ana Maria Molina y Mila De Torres

«Ya vienen los Reyes…por los arenales» … Con su cortejo de camellos, rutilante estrella, mantos de tisú, turbantes, coronas y pajes, la generosidad de los santos Magos es una tradición amable a la que no vamos a renunciar porque no solo en la infancia crean expectación los Reyes.

En el fondo, quién no espera, sencillo o espléndido, un regalo de alguien que renueva los lazos que los unen o se lo frece a la persona a la que quiere agradar, pues, según Eurípides, hasta a los dioses se les persuade con regalos.Siempre encontraremos dioses cotidianos, príncipes domésticos a los que complacer; y, seguramente, habrá quien nos considere, en cierto modo, su pequeño dios o el rey de su corazón.

Pero hay obsequios de reyes, tan valiosos, que trascienden el tiempo, transforman la vida de las personas y los territorios, y sus efectos son perdurables. En el caso de Alicante y su vino -digno de reyes-, si de presentes Reales hablamos, el primero se lo otorgó Alfonso X a su ciudadel 12 de enero de 1257cuando la libera de pagar tributos sobre el pan y el vino. El segundo don, extraordinario y muy Real, se lo concede en enero de 1510, Fernando el Católico, con un trascendental privilegio que prohíbe la entrada de vino extranjero.Con ello,el rey Católico sentó los fundamentos de la calidad, singularidad y pureza del afamado Alicant.

Otro monumental regalo, que aún despierta admiración por su ingenioso diseño y por ser el primero de Europa de tal envergadura,es el pantano de Tibi,que Felipe II, tras oír las peticiones de los vecinos, mandó realizar en 1580 en el río Monnegre  a el arquitecto Juanelo Turriano, al parecer, autor de los planos, y al ingeniero militar Juan Bautista Antonelli. Las aguas embalsadas por su «masa rotunda»,repartidas por acequias y azudes en la huerta y sus municipios vinateros,impulsaron durante siglos un creciente y próspero cultivo de vides que hizo de la ciudad y su puerto un emporio comercial. La producción, protegida por reales privilegios, floreció en la elaboración de grandes vinos. El más famoso, reconocido y preciado: el fondillón de Alicante.

         Nunca se pondera con insistencia suficiente la estima y el fervor que ha despertado ese singular vino. Si hablamos del aprecio real por nuestro vino de Alicante, muchos autores, Delgado y Carmona entre otros, recuerdan un sugestivo episodio tomado de las memorias del duque de Saint-Simon,cronista de Luis XIV; Rafael Poveda lo refiere con detenimiento: el Rey Sol, reconocido amante del Fondillón, en los últimos días de su vida solo toleraba los remedios medicinales disueltos en el vino dulce de Alicante y apurar una copa de este vino fue lo último grato que hizo en su vida. El romántico episodio revela el aprecio de las cortes europeas por el elixir alicantino.

En España, desde hace décadas, el Fondillón se sirve en las cenas de gala del Palacio Real cuando se recibe a jefes de Estado y dignatarios extranjeros; cuando lo conocen, despierta admiración y muchos de ellos se convierten en verdaderos apóstoles de este regio vino.

Los Reyes, con su cabalgata de ensueño,cierran las puertas de la Navidad con un regalo antes de alejarse por su mundo mágico. Todos anhelamos,ahora que el año está recién descorchado, que la felicidad del día 6 perdure, se paladee despacio y vuelva un poco cada día.Deseamos que los Magos de Oriente traigan un cargamento de ilusión, alegría sencilla y felicidad íntima que dure todo el año y, al abrir ese regalo, descubramos que su interior atesora un viejo y sabio Fondillón.

 

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