Ana Molina y Mila de Torres
«Geranios escarlata … florecen por todas partes …; el naranjo cubre el suelo de pétalos olorosos; y los festones de la vid mezclan a esos aromas el perfume de sus racimos en flor, racimos que han de producir el Fondellol, la ambrosía del reino de Alicante.» Escribía con entusiasmo en una carta la condesa Gasparin (Paseo por España; 1869), humanista y viajera, que descubrió con deleite los campos alicantinos en flor y el ánima gozosa y sensual del fondillón.
Durante siglos, las mujeres han asociado su existencia al vino, aunque solo hayan asomado anónimamente en estampas de vendimia. Goya: un delicioso tapiz de esbeltas majas y morados racimos; Van Gogh: rojas viñas sobre las que se doblan afanosas figuras femeninas; Sorolla: luminosos dorados otoñales, sonrientes mujeres protegidas con sombrero y pañuelos cortan racimos y los transportan con donaire en cestas para que los hombres los pisen en el lagar; Antonio López: viñedos amarillos y tierra parda, las mujeres se agachan bajo un sol que clarea el paisaje con su inmisericorde luz.
Pero las mujeres han hecho mucho por el fondillón -ese milagro, decía Xavier Domingo-: lo elaboran, lo prefieren, lo regalan y lo reciben, lo describen, guardan, o descubren, lo difunden y lo aman.
Fabraquer, 1747. Sobre hermosas haciendas, «que bien podían considerarse palacios adornados de jardines y huertos de frutales» (Die Maculet), descuella la soberbia mansión herreriana donde la Princesa Pío, condesa de Fuensalida, consuela su destierro de la corte elaborando en su próspera finca uno de las más espléndidos fondillones del siglo XVIII. Aristócrata, hacendada del fondillón e ilustre mujer.

Y regalarlo a damas ilustres… Argüelles, «divino orador» en defensa de la Constitución de 1812, obsequió a Lady Holland, su anfitriona durante su exilio liberal en Londres y también viajera por España, una «botella de Fondelló de una clase particular» … Y a reinas: la Infanta Margarita, hija de Felipe IV, y futura emperatriz del Sacro Romano Imperio, llevó como un presente de lujo para su boda en Viena, «una pipa de Fundillol»; como regia ofrenda lo recibió Isabel II (1858) cuando inauguró el ferrocarril a Alicante: «cien labradoras escogidas entre las más bellas de la provincia presentaron a la reina los mejores frutos de la tierra» -dice un periódico de la época- entre ellos …el fondillón de Monóvar.
Seguramente también lo ofrecería como anfitriona Rafaela O’Gorman, cuya dote en su matrimonio con Juan Maisonnave fue la finca de Fabraquer donde se elaboraban los admirables fondillones de la Huerta de Alicante tan considerados en Europa.

Y llegamos al XX con extraordinarias mujeres, como Julia Clara Buck (1892), en cuya obra Cosas de España se describe con entusiasmo: «Alicant y Fondellol, no pueden ser igualados por los de ningún otro país». Y como M.ª Luisa Albert, verdadera guardiana de la tradición, cuya amable salvaguardia ha preservado un histórico patrimonio, protegido hoy con una fundación: una bodega mantenida como hace tres siglos con algunas de las barricas más antiguas que existen para seguir elaborando el suntuoso fondillón. Conservarlo para siempre.
A principios de este siglo, Sarah Jane, presidenta de los Master of Wine, conoció el fondillón gracias a Javier Carmona, entonces director de la Escuela de Catas de Alicante, durante un evento celebrado en Nou Manolín. La gran experta se quedó asombrada de «the rare treasure». Sus lecciones de cata, ejemplo de amenidad, conocimiento y pasión por los vinos españoles, han convertido a esta gran conocedora británica en una de nuestras mejores embajadoras.
Solo podemos estar agradecidos a mujeres que logran con su esfuerzo que el Fondillón brille en muchos eventos: catas, degustaciones, maridajes o conferencias, y que contribuyen a su calidad, conocimiento y difusión. Lola Sanchis de la bodega Francisco Gómez, Ana Lirón desde Las Virtudes de Villena o Raquel Gago en Santa Catalina del Mañán porque son estas bodegas productoras las que cuidan con celo este vino ancestral. Hay que destacar la magistral aportación de Maria Miñano, cuya pasión por el fondillón demuestra cada día, presidenta de la Ruta del vino y perteneciente a una familia que ha contribuido al actual renacimiento de esta joya enológica.
La Academia de la Gastronomía Valenciana premió el valor de nuestro histórico vino, por lo que su hoy presidenta, Belén Arias, deberá seguir manteniendo el fondillón en este lugar de honor y lograr que el mundo lo reconozca y lo aprecie como lo que es: un viejo tesoro enológico y el mejor estandarte de Alicante.
Todas ellas ilustres mujeres. «Eterno femenino», decía Goethe. Y eterno Fondillón.
